27 May 2011

LAPICES

¿Hay algo raro en que me guste sacar punta a los lápices? ¿O bien algo raro en que me gusten los lápices y desee escribir algo sobre ellos? ¿Y por qué razón no tendría que hacerlo? “Nada Especial” es mi blog y mi espacio, por lo tanto puedo usarlo como me guste y con el propósito que me plazca.

Bien, llegados a este punto ya he captado tu atención y seguramente habrás echado un vistazo a tu alrededor para ver algún que otro lápiz en tu escritorio, pues todo el mundo tiene algún lápiz sobre su mesa.

Tal vez no lo uses – con lo cual es una pena – pero todos nosotros tenemos estos palitos de madera en casa.

En cuanto a mí me gustan los lápices, y me gusta tenerlos bien afilados, firmes como soldaditos, en su bote. Me gusta usarlos diariamente para redactar listas o bien plasmar alguna idea sobre una hoja de papel, un post-it o bien una libreta.

Un lápiz es algo genial, algo imprescindible, y si ya hablamos de lápices de colores es aun más mágico.
¿Te has parado a pensar alguna vez en cuántos libros, cuadros o dibujos han sido empezados con un lápiz? ¿Cuantas obras de arte maestras deben su existencia a este objeto? La lista es probablemente muy larga.

Pero no hay nada perfecto, esto ya lo sabemos, y los lápices tienen un pequeño inconveniente: sus minas se gastan o bien se rompen y es preciso entonces sacarles punta.
Gracias a Dios que existen los saca-puntas, sino el lápiz no tendría ninguna utilidad y sería ridículo.

Estoy hablando de los lápices de verdad, no de la versión moderna, esta especie de boli donde hay que apretar para que salga la mina, que hay que recargar con minas rompedizas y desnudas y que incluso llevan una pequeña goma de borrar.
Estos bolis son muy prácticos es cierto pero no dan el placer que ofrece un lápiz de verdad cuando lo coges entre los dedos, sintiendo la calidez de la madera y sus casi imperceptibles imperfecciones.

Desafortunadamente hoy en día, un lápiz es algo casi inútil y por lo tanto un lujo para la gente, que como yo, seguimos usándolos. Un lujo barato es verdad, pero un lujo al fin y al cabo.
No puedo dejar de sonreír de satisfacción al ver mis lápices bien afiladitos, firmes en su bote sobre mi escritorio, y me gusta hacerlos deslizarse sobre el papel, como me gusta también sacarles punta hasta llegar a obtener una punta cónica perfecta. Me gusta ver como caen sus pequeñas virutas en una cajita plana de cristal que tengo a este efecto y me gusta la forma de estas virutas serpenteantes. Me encanta ver como un lápiz encoje con el uso volviéndose incluso más delicado y frágil si cabe.

Tras todas estas explicaciones, sé el motivo de porque quería escribir sobre lápices, para que la gente supiese que les agradezco mucho hacernos la vida más fácil cada día.

Gracias “lápices” ^_***.


PENCILS

Is there anything weird about the fact that I like to sharpen pencils? Or about the fact that I like pencils and want to write something about them?
And after all why not? “Nothing Special” is my blog and my space so I am free to use it as I please for any purpose I want.


Good, at this point I already have captured your attention and you have probably been looking around to find a pencil on your desk, as we all do have pencils on our desks.
You might as well not use them – what a shame – but we all have those “wooden sticks” somewhere at home.

As far as I’m concerned I like them, and I like having them properly sharpened and standing like little soldiers in their container. I like to use them in my everyday life for making lists or capturing an idea and keeping words on a sheet of paper, a post-it or a pad.

A pencil is something great, something necessary, and if we come to talk about color pencils that is even more magical.
Did you ever think about how many books or pictures or drawings have been started just with a pencil? How many art masterpieces owe their existence to that object? The list is probably huge.

But nothing is perfect, we already know that, and pencils have a little inconvenient: their leads blunt or break and they have to be sharpened. Thanks God sharpeners exist too, otherwise the use of a pencil will be ridiculous.

I am talking about real pencils, not about the modern ones, that kind of pens on which one has to push the other side to release the lead, that need to be refilled with breakable nude leads and which even have a tiny eraser.
Those pens are useful, I can’t deny it, but they don’t offer the pleasure a real pencil gives you each time you grab it with your fingers, feeling the warmness of the wood and its almost imperceptible imperfections.

Unfortunately nowadays a pencil is almost a useless tool and thus a luxury for people who, like me, still use them. A cheap luxury that is true but a luxury none the less.
I can’t help smiling when I see my pencils properly sharpened, standing on their container on my desk, and I like making them slide on the paper, and I like sharpening them till reaching the conical point which makes them so perfect. I like watching how their shavings fall into a flat glass box I have for that purpose and I even like the shape of the shavings. I like to see how a pencil turns small with its use, becoming even more delicate and fragile.

After all those explanations, I know why I wanted to write about pencils, just to let people know that I appreciate a lot how they make our everyday life a bit easier.

Thank you “pencils” ^_***.