Me gustaría rendir homenaje a la “mujer”, no a las mujeres trabajadoras, a las madres trabajadores o bien a las mamas. No, lo siento señoras esta vez no se trata de vosotras.
Mi homenaje va dirigido a las mujeres que sobrevivieron a las guerras. A todas las mujeres sin importar la piel, la religión o en que parte del mundo viven o vivian.
Me gustaría expresar mi solidaridad y todo mí respecto a estas increíbles, frágiles y aun así fuertes mujeres que no se doblegaron ni se marchitaron a pesar de todo el sufrimiento vivido.
Me gustaría expresar mi solidaridad y todo mí respecto a estas increíbles, frágiles y aun así fuertes mujeres que no se doblegaron ni se marchitaron a pesar de todo el sufrimiento vivido.
Todos conocemos la Segunda Guerra Mundial, todos hemos oído hablar de Hitler y de la SS. Todos sabemos de la existencia de los campos de concentración, pero – por lo menos en mi caso – no sabemos que los ganadores de esta guerra permitieron a las tropas soviéticas “usar” a las mujeres alemanas, que vivían en Berlín en aquella época, a su antojo: como trofeos o recompensas, cerca de 100.000 mujeres fueron ultrajadas en esta ciudad.
Estas mujeres, sin importar la edad – el margen de violación iba de los 8 a los 80 años -, fueron abusadas día y noche. Y nadie impidió o evitó tal barbaridad.
Estas criaturas que no entendían nada del idioma con el cual se les hablaba, no tenían nada para defenderse. Ni siquiera tenian la opción de negarse o de resistirse. Fueron violadas. Así de sencillo. Si VIOLADAS, varias veces por varios violadores, tanto como se les antojaba, para satisfacer su larga abstinencia durante esta larguísima guerra.
Estas criaturas que no entendían nada del idioma con el cual se les hablaba, no tenían nada para defenderse. Ni siquiera tenian la opción de negarse o de resistirse. Fueron violadas. Así de sencillo. Si VIOLADAS, varias veces por varios violadores, tanto como se les antojaba, para satisfacer su larga abstinencia durante esta larguísima guerra.
Las violaciones y las guerras se dan la mano, es un hecho social y se acepta como una cosa normal, ya se sabe que este tipo de cosas pasan, son los llamados daños colaterales.
Soldados y civiles mueren, niños y ancianos mueren, pero las mujeres son violadas y asesinadas, y los supervivientes cuentan la historia y la Historia es alimentada.
Las mujeres berlinesas vivieron en una ciudad ocupada durante meses, antes de la llegada de los Aliados.
Sus derechos no fueron respectados ni tampoco su condición de seres humanos. Tenían que sobrevivir y luchar por sus vidas y las de sus hijos. Tenían que vivir a cualquier precio, así que asumieron el papel de “juguetes sexuales” o debería decir “esclavas sexuales” enteramente entregadas a sus amos día y noche e incluso durante largas orgias.
La hambruna mata de varias maneras.
Y sobrevivieron pero sus vidas no volverían a ser jamás como antes. Algunas de ellas fueron matadas por sus maridos que no podían soportar la humillación de la violación – ¡pobres hombres!!!
Un testimonio de este triste y tremendo episodio ha quedado plasmado en el diario de una berlinesa que vivió en esta ciudad por aquel entonces.
“Anonyma: Una Mujer en Berlín” fue publicado en 1959. El mundo tenía que saber de ellas.
La obra no fue bien recibida por el público alemán que lo considero un ultraje tremendo.
La obra no fue bien recibida por el público alemán que lo considero un ultraje tremendo.
Por este motivo, su escritora prohibió cualquier otra publicación del mismo hasta después de su muerte y tomó la decisión ser para siempre una mujer anónima violada, al igual que muchas de sus compañeras de dolor, pues ya sabrán a estas alturas que algunos secretos de Guerra son exclusivamente FEMENINOS.