La una tenía los ojos claros. La otra unos misteriosos ojos verdes.
La una venia del oeste. La otra venia del este.
La una tuve dos hijos. La otra casi tuvo dos.
La una era grácil como una gata. La otra felina como una pantera negra.
Pero ambas eran mujeres frágiles, ambas conocieron al hombre equivocado, ambas fueron engañadas, ambas fueron destruidas por él, ambas se suicidaron…
La una falleció en 1963. La otra se murió en 1969.
La una salvo sus hijos. La otra cogió a su niñita de la mano.La una era Plath. La otra era Wevill.
La una era Sylvia. La otra era Assia.
La una era la esposa. La otra era la amante.
El demonio era Ted Hughes!
La una no pudo soportar más la humillación y la falta de dignidad. La otra estaba poseída por el fantasma de Sylvia a quien atribuía sus ganas de suicidarse.
Sylvia abrió la llave del gas, dejando a salvo sus hijos en el dormitorio con galletas y leche.
Assia arrastro la cama en la cocina, disolvió somníferos en agua y se lo dio de beber a su hijita de cuatro años para luego abrir, ella también, la llave del gas.El demonio era Ted Hughes!
Hughes era un hombre vil, un seductor y un mujeriego.
El matrimonio de Sylvia fue del tipo tormentoso desde el principio.
La relación amorosa de Assia fue del tipo “esclava-dueño”.Ambas mujeres llevaban diarios. El último de Sylvia fue destruido tras su muerte. Los de Assia fueron publicados en 2006.
Nunca llegaremos a conocer lo que opinaba Sylvia de su querido esposo, Ted, pero tenemos el testimonio de Assia, y Hughes sale retratado como un hombre frio y profundamente egoísta, que hizo de ella otra víctima y no la seductora causante de su infidelidad.
Nunca se casó con ella y no estaba en sus planes de futuro.
Era un viudo, que vivía con su amante en el domicilio conyugal, que era padre de tres hijos, y que mantenía dos relaciones amorosas más al mismo tiempo.Según él, la muerte de Sylvia era inevitable pues había estado flirteando con el suicidio desde su infancia.
Según él, no se había dado cuenta ni de la tristeza ni de la desesperación de Assia sino se habría casado con ella…Creo que ambas “hablaron con Dios, pero no había nadie en el cielo*” y creo que ambas “cerraron sus ojos y el mundo entero se cayó muerto. Abrieron sus ojos y todo había vuelto a nacer*”.
Creo que ambas dijeron: “¡BASTA YA!” e hicieron lo mejor que pudieron.
En 1998, fallecía Edward Hughes.
“La muerte debe ser tan hermosa. Tumbarse en la suave tierra marrón, con la hierba ondulando sobre la cabeza y escuchando el silencio, sin pasado ni futuro.
Olvidarse del tiempo. Olvidarse de la vida, estar en paz.”**palabras de Sylvia