9 Feb 2012

LA SEÑORA ALBERT NOBBS

Es cierto que la situacion de la mujer ha mejorado ostensiblemente desde los dos ultimos siglos, pero habeis oido hablar de las "Virgenes Juramentadas"?
Estoy casi segura de que no y tampoco lo sabia yo hasta que vi la reveladora entrevista sobre Albert Nobbs.- una pelicula de ficcion.

Sin embargo, las Virgines Juramentadas no son ninguna ficcion, son reales. Existen de verdad y viven en el interior de Albania, en zonas rurales muy desfavorecidas.
Son mujeres-hombre que han hecho voto de castidad. Por ello llevan voluntariamente una vida social - no sexual - de hombres, al ser esta la mejor solucion frente a una escasez de varones en sus comunidades.

Sorprendente, verdad?
Yo me quedé igual de pasmada que lo estais vosotros ahora.
Como puede una mujer vivir toda una vida como un hombre? - atrapada en un cuerpo de mujer que está a su vez atrapado en un mundo varonil.

Esta es la historia de Albert Nobbs. Un amable y pequeño hombrecillo, pelirojo, que se gana la vida trabajando de camarero en el sobresaliente personal del exclusivo Hotel Morrison, en Dublin, en el siglo XIX.
Una vida entera callando y llevando la carga de un secreto tan enorme.

Obviamente recomiendo encarecidamente la peli pues Glenn Close y Janet McTeer estan que se salen en sus papeles masculinos. No añadiré nada más acerca del film, pero me gustaria poner un punto final a mi post citando a Drake:
"Ser varón es una cuestión de nacimiento, ser hombre es una cuestión de edad, y ser caballero es una elección" y la Señora Albert Nobbs es un caballero de la cabeza a los pies.


2 comments:

  1. Vivir la castidad sin que haya un motivo fuera de lo natural (sobre natural) no parece humano ...

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  2. cuando se trata de creencias y de supervivencia en un mundo, o llamalo entorno hostil, que remedio puede quedar...
    pero tal vez deberiamos definir castidad antes.
    yo creo que muchas mujeres se han visto obligadas a ello, al fin y al cabo el sexo no lo es todo ^_***
    y tener o no descendencia no significa para nada tener una vejez mimada, lamentablemente.

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